DR CARLOS BASANTA Y SU NOTA SALUDABLE - - Manejar bien el estres navideño, te permitira unas saludables fiestas
 
 

 
DR CARLOS BASANTA.*
 
 
MANEJAR BIEN EL ESTRÉS NAVIDEÑO
TE PERMITIRÁ UNAS SALUDABLES FIESTAS
 
Llegó Diciembre, mes de fiestas, de aguinaldos, de parrandas, de reencuentros, de viajes y comelonas; que bien suena, pero esas expectativas y visiones no son generales, para algunos, diciembre representa tristeza, escases, soledad y depresión. Cuando niño esperaba con ansias las navidades más por los estrenos y juguetes que a veces no llegaban y las vacaciones que por lo que representaba desde el punto de vista religioso; nunca llegue a imaginarme que existiesen personas que no le gustasen las navidades y el año nuevo. Meses antes de las fechas no había ningún mandado a la bodega de la familia o de los vecinos más cercanos que yo no hiciera, el reunir las propinas que surgían de esas tareas, aseguraban una buena dotación de traki traki, cohetes y salta pericos, las patinatas en las viejas calles de Ciudad Bolívar, con aquellos patines de cuatro ruedas de hierro, eran parte de aquel paisaje mental, de las fiestas alusivas al nacimiento del niño dios y despedida de año. En esa época no conocía la palabra estrés, y mucho menos podía imaginar que alguien pudiera sentirlo en unos días tan estupendos como los de Diciembre.
 
Definitivamente el espíritu de las fiestas decembrinas desvirtuó sus origines, ha dejado de ser la expresión de tiempos de adviento.  Adviento significa “venida” y para los Cristianos se refiere a la primera venida de Jesús, a su nacimiento en Belén, la llegada de la navidad, estableciéndose un periodo de tiempo para la preparación de la celebración de la natividad del niño Dios, que es lo que se llama Tiempo de Adviento, del 30 de Noviembre al 24 de Diciembre, 4 semanas en total, la cuarta semana, es lo que la iglesia católica denomina la Semana Santa de la Navidad. Si alguien nos preguntara si nos hemos preparado para la Navidad, en coro contestaríamos que si, diríamos que ya pintamos la casa, pusimos el arbolito Y/o el nacimiento, organizamos la preparación de las hallacas y nuestros hijos dirían que ya le escribieron la carta al niño Jesús o a san Nicolás, sin olvidar el viaje a Margarita a buscar el Whisky, y algunos como en mi pueblo ya habrán preparado la leche e’ burra, tenemos la fiesta lista para celebrar el cumpleaños de Jesús, pero lamentablemente en muchos casos, no hemos invitado al cumpleañero, no se siente la presencia de Dios.
 
El desplazamiento del centro espiritual de la navidad, por las apariencias, el consumismo y por valores extraños a su esencia es entre otras cosas el principal generador de estrés en las navidades, convirtiéndonos en causa y consecuencia del estrés, con todas los efectos que para la salud tiene como factor de riesgo individual y en conjunto con otras noxas. En Diciembre sentimos como obligación social pintar y remodelar la casa y generalmente los proyectos no se ajustan a los ingresos que cada vez representan menos poder adquisitivo, a lo cual se suma la disposición gubernamental de pagar los aguinaldos como un su su o un san, por manos, a los empleados públicos, en un país donde las estatizaciones llevan la tendencia a convertirnos a todos en trabajadores dependientes del estado. El querer arroparnos más allá de hasta donde llega la cobija, planificar o pretender hacer mucho con poco, genera estrés; el ambiente político, la percepción y la realidad de la poca seguridad ciudadana es un disparador estresante constante, por lo cual el ir de compras o acudir a los bancos nos produce ansiedad, así mismo, las perdidas recientes y familiares cercanos muy lejos en distancia
 
La interacción familiar, las expectativas de los hijos, de complacer necesidades superfluas por imitación social y las aspiraciones propias y de la pareja pueden convertirse en fuertes generadores de estrés; una época de vacaciones y de descanso, la convertimos en fechas saturadas de trabajo, recorrer centros comerciales atiborrados de personas, generalmente a ultima hora, comparar precios, la lista de regalos, los estrenos, los preparativos para las comilonas y las reuniones familiares algunas de tensión por desavenencias, pero a las cuales estamos obligados a asistir por compromisos tradicionales que han llevado incluso a hipotecar el tiempo de la pareja, por acuerdos previos, este año con tu familia y el otro con la mía, aunque en ocasiones se tenga la disposición de ir a otro lado, lo cual en ocasiones origina discusiones y conflictos matrimoniales. Convertirse en anfitrión de reuniones extensas y numerosas conlleva a un desgaste emocional. El simple hecho de armar el arbolito e instalar el pesebre puede convertirse en estrés, si no somos comedidos en la tarea, es frecuente que se termine convirtiendo la sala de la casa y las paredes externas en una exagerada iluminación y figuras hacinadas, que para llegar allí implicaron numeroso viajes a las tiendas, adelgazando en forma extrema a la cartera.
PILDORAS DE TU MEDICO
Para disfrutar unas navidades sin estrés, o al menos reducirlo a lo mínimo posible, lo primero que debemos tener presente, es que la navidad no es un compromiso, es una época para disfrutar y compartir en forma sana y relajada con familiares y amigos, con la presencia activa de Dios como bálsamo y productor de alegrías; siendo importante seguir alguna recomendaciones, empezando por recordar el verdadero sentido de las fiestas navideñas:
  • Planificar previamente las actividades en función de los recursos que tendrás y hacer las compras con antelación.
  • Decide con tu pareja, los destinos de los viajes, las visitas sin necesidad de hipotecas previas del tiempo familiar.
  • Evitar las confrontaciones con familiares y amigos evita combinar rivalidades y desavenencias con licor.
  • Administra las demandas de tus hijo y discute las familiares con tu pareja, aprende a decir  no, en forma razonada.
  • Navidad no es igual a consumismo, aunque muchos la pasaran con su mismo pantalón y con su misma camisa.
  • La soledad no es buena consejera, la navidad es tiempo de verdadero reencuentro con uno mismo y con los demás.
 VACUNA CONTRA EL ESTRÉS
- ! Mamá, mamá, ¡Me picó una culebra!
- ¿Cobra?
- No mamá, gratis.
Ramón está hablando con su mejor amigo; éste nota que el otro tiene cara de preocupación:
"¿Qué pasa, Joaquín? ¿Tienes algún problema?
"Lo que tengo es una gran frustración Ramón. Yo estaba orgulloso de cómo ponía a mi mujer. Cuando ella llegaba al orgasmo era una cosa tremenda: cómo se estremecía, brincaba, soltaba quejidos, ponía los ojos en blanco".
"¿Y descubriste que todo era fingido?"
"No, ¡descubrí que es epiléptica
José un amigo de 80 años preocupado le pregunta a Danilo:                                                                   - Amigo tengo un problema en el miembro, crees que deba ir al urólogo?                                                                                                                                                                   - Mira José, a tu edad mejor que te lo vea el patólogo.
 
Hasta nuestro próximo contacto.
*Medico. Magíster en Salud Pública.
 
Twitter: @drcarlosbasanta
 
 
 

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